Las aldeas vallisoletanas obligadas a convertir la Plaza Mayor en coso taurino

Fiestas en la plaza mayor de Valladolid (Felipe Gil de Mena)


Laguna de Duero, Boecillo o Tudela de Duero eran algunas de las aldeas vallisoletanas obligadas a aportar las carretas necesarias para cerrar las bocacalles de la plaza mayor de la capital y convertirla así en el coso taurino que tantas corridas ha acogido a lo largo de la historia.

Datada en el siglo XIII y considerada como la primera plaza mayor regular de España, la de Valladolid se convirtió desde sus inicios y hasta 1856 en el primer y principal ruedo de nuestra ciudad en el que se desarrollaron todo tipo de divertimentos taurinos, desde corridas de toros hasta toros encohetados, incluyendo la suelta de vacas y bueyes enmaromados.

Para la realización de los espectáculos taurinos se hacía indispensable cerrar los huecos existentes en los soportales a fin de impedir el escape de los morlacos, actividad que corría a cargo de los dueños de las casas bajo pena de multa en caso de incumplimiento o fuga de las reses. Misma obligación tenían las aldeas vallisoletanas, obligadas a aportar carros, 47 en total, para cercar todas y cada una de las bocacalles de la plaza.

En la obra 'Los toros en Valladolid en el siglo XVI' (María Jesús Izquierdo y Marco Antonio Milán) se recoge esta obligación a la que en 1520 están sujetas varias aldeas, especificando el nombre de cada una de ellas y las carretas que debían aportar:

Tudela de Duero, seis carros
Cabezón, cinco
Laguna de Duero, cuatro
Herrera de Duero, tres
Boecillo, tres
Geria, tres
Ciguñuela, tres
Olmos, tres
Castronuevo, tres
Renedo, tres
Santovenia, tres
Peñaflor, tres
Villanubla, tres



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