Cartel de la feria de 1914
Los temibles toros de D. Eduardo acrecentaron su terrorífica leyenda tras protagonizar, hace hoy algo más de cien años, una de las corridas más duras de cuantas se recuerdan en la ciudad del Pisuerga. 29 varas, 18 costaladas, 12 jacos arrastrados y un burladero "arrancado y paseado erguido por el ruedo, con la misma facilidad que si fuese papel de fumar" dejan constancia de la crudeza que mostraron en nuestro ruedo los temidos toros de la vacada sevillana.
Valladolid, año 1914; "a pesar de la guerra y las malas cosechas", la patria del Conde Ansúrez celebra con "extraordinaria animación" sus tradicionales corridas de feria. La expectación en la ciudad es inusitada, la lidia de los afamados toros de Miura, la presencia de los Gallo y el debut de Belmonte, hacen que en dos de las tres corridas se acabe el boletaje y no se recuerde en la ciudad "animación semejante".
Pero las dos primeras defraudan, la mansada de Veragua, asidua en nuestra ciudad, y la pésima presentación de los de Trespalacios dan al traste con la expectación levantada. No será hasta la tercera corrida, gracias a los temibles toros de D. Eduardo y la gran actuación del hasta entonces discreto 'Celita', cuando el público vallisoletano goce de una tauromaquia de toros "grandes y poderosos" de la que por aquel entonces tanto gustaba.
Desde Tauromaquia Vallisoletana, con motivo del 175 aniversario de la que para nosotros es la ganadería más emblemática de nuestro campo bravo, rescatamos las crónicas de aquella terrible miurada a través de dos de los diarios taurinos más importantes de la época:
'La Lidia' (22/09/1914)
Y 'Palmas y Pitos' (27/09/1914)
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