El toro enmaromado recorriendo Mucientes
Muchas son las tradiciones taurinas perdidas en tierras vallisoletanas pero tal vez las que más duelan sean aquellas que desaparecieron por injustas prohibiciones políticas, como es el caso del toro que cada festividad de San Pedro se corría enmaromado por las calles de la localidad vallisoletana de Mucientes.
Quienes nos gobiernan nunca tienen agallas suficientes para afrontar y defender sus decisiones, esto ocurre especialmente en el caso de las prohibiciones, escudadas en normas absurdas, incomprensibles y, en la mayoría de los casos, sacadas de la manga. Tal es el caso de la Junta de Castilla y León quien de un plumazo borró una costumbre arraigada en el pueblo por la imposibilidad de demostrar la tradicionalidad del mismo. Es decir, que en tierra de toros, tenemos que demostrar el arraigo social de un festejo así como su "celebración de forma continuada desde tiempos inmemoriales" para poder celebrar cualquier acto taurino que se salga de lo común. Todo lo que tenía Tordesillas y todo lo que prohibió hace escasamente un año la misma Junta...
De este modo, muchos son los festejos perdidos: desde encierros de vaquillas a toros de fuego, pasando por los festejos taurinos de las barriadas de la capital hasta llegar al toro enmaromado de Mucientes cuyo recuerdo rescatamos hoy a través de un folleto publicitario de la Diputación de Valladolid; escrito por César Mata:
A las 8 de la mañana del sábado y domingo de fiestas da comienzo el rito del toro enmaromado en Mucientes. Para entonces ya son cientos de vecinos y visitantes los que ocupan los tendidos de la plaza de toros portátil, así como el callejón. En el ruedo esperan los mozos más valientes que van a conducir con la guía de la maroma el recorrido del toro por las calles de Mucientes.
Antiguamente la salida del toro, o la vaca, cuando la celebración estaba ubicada en la plaza de Calvo Sotelo, se producía desde un pequeño corral o chiqueros de maderos fabricado precisamente para albergar el descanso y cuidado del animal. Desde que las celebraciones taurinas se realizan en el coso portátil, el toro sale desde el cajón del camión que lo transporta desde la ganadería o bien desde un pequeño chiquero metálico ubicado bajo los tendidos de la plaza.
La maniobra necesaria y que más técnica requiere es el ensogado de la res, pues la maroma debe quedar fijada perfectamente a la testuz de la rez, aprovechando la fortaleza de la cepa de sus cuernos, teniendo también en cuenta que se debe evitar el daño y rozamiento en la mayor medida posible.
Una vez que se ha producido la colocación de la maroma en la testuz del toro, hay que preparar la salida del toro al ruedo de la plaza, que será convulsiva y plena de acometidas fieras hacia todo aquello que se mueva. Además, la extrañeza del toro por la cuerda que le une la cuerna, producirá embestidas descompuestas y arreones intempestivos.
Los mozos asirán la maroma por sus dos extremos a fin de irse haciendo con el toro, controlando sus embestidas y procurando que el animal atempere sus energías ante de salir al recorrido. Sólo una vez que el toro haya calmado sus primeras y más impulsivas embestidas se abrirá el portón de la plaza que da paso a la era que linda con la carretera. Allí, en el campo se producirán momentos de emoción cuando el toro arremeta contra los espectadores que se habrán situado al abrigo de la maleza y los desniveles del terreno.
También se producirán escenas llenas de fuerza cuando el toro aproveche la bajada del terreno que lleva hasta el asfalto, guiado por el impulso que los mozos dan a la maroma en tal dirección.
Este será el primer momento de descanso que se le de al toro, a fin de ir dosificando su carrera, para permitir que haga todo el recorrido, que lo devolverá finalmente al coso portátil.
Estos descansos del toro consisten simplemente en aprovechar los momentos en los que el animal se queda parado, no ofreciéndole resistencia ni tirando de la maroma en dirección alguna, a fin de que recupere fuerzas que le permitan proseguir el recorrido.
A partir de este momento el recorrido del toro se encaminará hacia la zona de El Arco, para llegar a la plaza a través de la calle Platerías. Allí, en la Plaza de Calvo Sotelo se hará un nuevo descanso. Desde este punto neurálgico de la población el toro puede coger varias direcciones, por las calles Centro, Salinas, San Pedro o la de Onésimo Redondo.
Finalmente, por la Ronda de la Fuente, o por la de las Huertas, e incluso por la calle Cortijos, el toro se encaminará nuevamente hacia la carretera de Valladolid para volver a ser introducido en el ruedo y de ahí, por la puerta de toriles, hasta el chiquero desde el que salió.
Bibliografía: 'El Toro Enmaromado de Mucientes' (César Mata y Martín) Diputación de Valladolid, 1998
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