Retrato del poeta vallisoletano
El ilustre poeta y dramaturgo vallisoletano, aficionado a la fiesta taurina, presenció desde las balconadas del Viejo Coso la lidia de los duros toros del Raso de Portillo, dos de los cuales -'Ventanero' y 'Noble'- le fueron brindados por Frascuelo y Gonzalo Mora.
El 22 de septiembre de 1866, bajo gran expectación, se anunciaron para la segunda de feria los temidos toros de la tierra, hecho que provocó el lleno absoluto de las 9.000 localidades de las que disponía el coso de Fabio Nelli; entre ellas la ocupada por el afamado D. José Zorrilla.
Para la ocasión, desde las vecinas tierras de Portillo, llegaron hasta el hoy conocido como Viejo Coso: 'Sabandijo', 'Cervato', 'Ventanero', 'Noble', 'Cuadrado' y 'Morisco', seis pupilos de D. Braulio Sanz, de cinco años de edad e imponente trapío.
Tal fue la expectación levantada que, la crónica recogida en el Boletín de Loterías y de Toros (16-10-1866), se inicia del siguiente modo:
Del Raso de Portillo eran las seis fieras que debían
correrse en este dia, y desde muy temprano un numeroso público esperaba con ansiedad que el señor presidente hiciera la señal que había de satisfacer los sangrientos deseos de aquella gran parte de la sociedad,
que parecía solazarse de antemano con los destrozos
que sin disputa habían de hacer los seis patihendidos embajadores de la muerte.
Por fin llegó el momento deseado, y entre aplausos
y chillidos pisó el redondel la primera de las seis locomotoras
de la civilización de Pepe Híllo, que ostentaba
por chimenea dos bien afiladas astas, capaces de arredrar al hombre mas guapo que no tuviera la fortuna
de haber nacido en la tierra del Cid.
Como de muchos pies y sentido describe el corresponsal al primero de la tarde cuya lidia relata del siguiente modo:
Sabandijo era su nombre , negro listón, de muchos
pies y con mucho sentío; quiso conferenciar un momento con Calderón, quíen , preparado de antemano ,
le recibió con la punta de su lanza, poniéndole un a regular, y después, alternando con el zeño Pinto, le arrimó
dos puyazos mas, bastante bajos, sacando destrozada la aleluya que montaba : Pinto colocó á la fiera
una baja, una sin llegar y dos marronazos, que el público hubiese querido ver premiados con un revolcón.
Muñíz le colgó á la media vuelta dos pares y medio de
zarzillos, bastante bajos , y Mariano le regaló otro
par, también al a media vuelta y bajos. Gonzalo, que
vestía de esperanza y oro, después del brindis de ordenanza
, se fué al bicho, con mas deseos de matarle
que un gitano de vend r un mulo, y despues de un pase natural y otro corrido, la magullada fiera tomó
querencia á los medios, sin que bastase á arrancarla
de allí medio par que le arrimó Muñiz, viniendo (Frascuelo)
á distraerla y llevársela á buen sitio, donde
Gonzalo, entre lloroso y corrido, le dio dos pases natutales, un volapié corto en lo bueno, otros dos pases
naturales, un pinchazo sin ayuda , y por último, una
buena arrancando hasta la mano.
La lidia del "colorao, berrendo en negro y bien armao" que hizo segundo, se relata así:
Después de reconocer el terreno, tramó cuestión
varías veces con Pinto, que le regaló seis lanzadas bastante bajas, una buena y dos marronazos, que
el de Portillo recibió quemao, porque Calderón le obsequió
también con cinco bajas, midiendo el suelo en
una y perdiendo el billete que montaba . Rodas le dio
también tres marronazos, yendo á quejarse el bicho al
simpático Manolo, que le consoló regalándole , después
de tres salidas falsas en que se vio arrollado, dos
pares al cuarteo muy buenos, y Mateo otros dos también
al cuarteo. Las trompetas hicieron la señal, y
(Frascuelo, que vestía blanco y oro, empuñó el estoque
y llegó con mucha sal al paraje del saludo, que
hizo con bastante gracia , y después se encaminó á la
fiera, que lo recibió muy bien, aceptándole tres pases
naturales y tres de pecho: el mataor no se contentó
con ello, y después de otro pase al natural, le dio un
pinchazo, quedando desarmado al darle otro pase; quemao por este descalabro, lo remató de una buen a
por todo lo alto.
Fue durante la lidia del duro tercero cuando el "insigne poeta castellano" tomó protagonismo en la lidia al serle brindada de forma "entusiasta" la muerte de un animal que causó estragos durante la suerte de varas:
Desocupada la plaza de los estorbos que_ habí n
quedado, se oyó el eco de los clarines, y salió al redondel el tercer bicho, llamado Ventanero, negro, bien
armado, abanto, duro y de muchos pies, recibiendo tres
puyazos de Calderón, que perdió la flauta, cuatro bajas"y
un I regular de Pinto y una baja de Rodas, vengándose el de Portillo con aflojar tres gaitas mas, que
pusieron al contratista en grave apuro. Baro salió á la defensa de aquel y le arrimó a la fiera un par al cuarteo y otro idem muy malo, ayudándole Cabo con un par bastante bajo y otro al cuarteo regular. El zeñó Mora, embrazado el escudo colorao y empuñando el estoque, se dirigió al palco que ocupaba el insigne poeta castellano señor Zorrilla, y después de un brillante y entusiasta marchó gallardeánsode a la fiera y tuvo la desgracia de no dar un pase regular que la preparase para recibir la estocada tendida que le dirigió al proponerse dar otro pase quedó arrollado en la salida; el animal estaba muy descompuesto y no quería aceptar las caricias que el pobre Mora le prodigaba entre las que le arrimó una corta y otra que le cruzó al lado contrario hasta que el animalito le aceptó voluntariamente una corta que le puso en manos del cachetero.
Imitando a su predecesor, el diestro Frascuelo también aprovechó el brindis de 'Noble', el cuarto de la tarde, para dirigirse al poeta vallisoletano:
Después de tantos sustos, salió el cuarto héroe, Noble de nombre y feroz en hechos, á recibir cuatro
puyazos buenos ,y uno bajo de Calderón, y tres varas
bajas de Pinto, capeándolo (Frascuelo) con cinco navarras y una verónica, que le valieron sendos aplausos, tratando luego de ponerle un par sentado en la
silla, que no consiguió porque el bicho no estaba para visitas, colgándole en cambio tres pares de palitos
al cuarteo y recortándolo al último coa la montera .
En seguida cogió el estoque y. brindando también al
Sr. Zorrilla, se dirigió al toro con toda su sal, le dio
un pase de pecho, dos naturales y un pinchazo; no consiguió nada y preparándose otra vez le dio un pase al natural, luego una baja, otra fuera de suerte y un volapie sin resultados, pasándolo otra vez y arrimándole, por fin, una baja arrancando que le hizo entrar en relaciones con el cachetero.
La crónica de la corrida culmina con la lidia del quinto y sexto toro y un breve resumen de la tarde:
El quinto era Cuadrado de nombre y redondo de
formas, negro , bien armado y bravo como pocos, presentándose con mucho sentido á recibir seis puyazos
de Calderón; diez de Pinto, que soltó la vara en un marronazo, perdiendo cada uno un jamelgo . Manolo
le regalo medio par al cuarteo, uno señalado y otro a toro parado, ayudándole Mateo con otro par y medio
buenos. Gonzalo, después de cinco pases fuera de regla , le arrimó un golletazo (|que proporcionó la
muerte , que tanto deseaba y a el animal, efecto de las
muchas varas que le dejaron tomar y que quitaron lucimiento
á las dos últimas suertes.
Morisco fué el sesto embajador que pisó la arena ,
negro, bien armado y burriciego, tomando de Calderón
seis varas, casi todas sin llegar, y tres de Pinto ,
debidas á la casualidad, pues el morito no estaba para
fiestas. Baro y (Cabo) le colgaron dos pares de pendientes al cuarteo muy buenos, y (Frascuelo), después
de varios pases, lo remató de un mete y saca de gollete .
La corrida, por consiguiente , fué buena; los muchachos trabajaron con mucha fé, y el público que llenaba
la plaza salió contentísimo. •
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