Cartel de 1834
La presencia de los toros castellanos en la capital del reino fue habitual hasta la primera mitad del siglo XIX, tanto en los festejos que con asiduidad acogía la Plaza Mayor como en aquellos que desde 1749 comenzaron a celebrarse en la plaza extramuros de la Puerta de Alcalá.
Bajo el nombre de sus diferentes propietarios, los toros vallisoletanos se anunciaban siempre acompañados de su lugar procedencia: La Pedraja de Portillo, donde se encontraban los pastos comunales en los que se criaban los antecesores de los hoy conocidos como toros del Raso de Portillo.
Tal y como se cita en el libro 'Historia de las principales ganaderías de toros de España' (1876), los animales castellanos solían ser generalmente "de pelo negro, con un listón pardo por todo el lomo, y muy pequeños. Sus condiciones de buena sangre, expresión del maestro Cúchares, francos para la lidia y duros al hierro".
Basados en estas características generales, podemos imaginar a los dos astados que en la tarde del 20 de agosto de 1830 su criador, don Toribio Valdés, envió a Madrid para la celebración de la decimotercera media corrida de la temporada, en la que también se lidiaron reses de Vicente José Vázquez, de Sevilla y de Miguel Paredes, de Colmenar Viejo.
A tenor de las crónicas, si bien el primer astado del hierro vallisoletano resultó muy blando, recibiendo 5 varas y saltándole Francisco Montes al trascuerno, su sucesor, lidiado en quinto lugar, resultó "muy bravo, duro y seco". Arrancándose de largo, el toro de La Pedraja de Portillo recibió un total de 11 varas, matando varios caballos y recibiendo la muerte de manos de Luis Ruiz.
El Correo ofrecía entre sus páginas, a los dos días de la corrida, un detallado resumen de la misma:
Los picadores han estado buenos, buscando a los toros en todas partes: han llevado buenas caídas, y Francisco Sevilla dos grandes revolcones, uno de ellos por el marronazo, que hizo durante el cuarto toro
luego que tomó сarne de caballo; pero estuvo bravo y atrevido en el
quinto , que habiendo sido desmontado y quedado en pie , así como su caballo que le cubría del toro, echó mano a quitarle la divisa. Corno ya es de costumbre salieron bien montados al principio, hasta que empezaron a sacar a los caballos comunes que se arriman muertos los de tanda.
Los banderilleros han estado buenos: bregaron muy bien'; pero han metido pocos pares, por el poca juego que a esta lid dieron los toros.
Matadores: Antonio Ruiz estuvo bueno en el primer toro y regular
en el cuarto, saliendo baja la estocada que le dio. Luis Ruiz , aunque
le costó cinco estocadas su primer toro , lo trabajó y lidió muy bien,
estando bueno en la muerte del quinto, Francisco Montes estuvo buento en la muerte del tercer toro , y muy desgraciado en la del sexto , notándosele muy precipitado, por lo que estuvo cogido tres veces, haciéndole perder tierra en una de ellas.
Los toros salieron uno bueno de cada ganadería,por lo que la corrida estuvo mejor de lo que se esperaba.
La. entrada correspondió a la perspectiva del ganado que ofrecía
el cartel, siendo mas bien para hacer huir á la gente que para llamarla: no se haría mérito de esto, si el establecimiento a quien interesa no
tuviera ganado de que echar mano ; así que la nombradía que se dio a los toros que llegaron d e Andalucía en 1º de mayo, que apenas hemos
visto la muestra , ignoramos para cuando se guardan ; opinando que el
producto de esta función habrá reportado algo mas que los gastos. El público fue muy desconfiado por esta causa.
Fuente: El Correo, periódico literario y mercantil (22/08/1830)
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